108 jóvenes de Tumaco dejan la vida armada
En horas de la mañana del 7 de abril, un grupo de 108 jóvenes se desmovilizaron y dieron el primer paso a una nueva vida en paz. Esto se dio tras más de dos meses de mediación por parte de líderes de Juntas de Acción Comunal y varias instituciones acompañantes.
Para muchas personas en Tumaco lo que sucedió hoy fue una gran noticia, … aunque también hay personas que cuestionan «por qué esos jóvenes que hiceron cosas malas ahora van a recibir beneficios de programas del Estado». Es la misma lógica que muchas personas plantean ante los procesos de paz con las AUC y l.as FARC. Dudas legítimas, pero es necesario conocer de cerca el contexto para opinar mejor.
Estos jóvenes no eran santos, estos jóvenes conformaban estructuras armadas muy bien organizadas que las Fuerzas del Estado no habían logrado desmantelar durante años en una guerra insoportable. Si no se hubiera abierto esta puerta para ellos habrían seguido sembrando terror durante muchos años más y la sangre se hubiera seguido derrmando en un pueblo que sinceramente ya no aguanta más muertos.
Tumaco ha sido el municipio de Colombia con mayor tasa de asesinatos desde el año 2000. La desmovilización de las FARC en vez de disminuir la tasa de asesinatos la aumentó, debido a que nuevos grupos ilegales comenzaron una sangrienta lucha por el control territorial como varios medios ya han documentado, entre ellos VERDAD ABIERTA.
¿Qué sucedería si estos jóvenes no se desmovilizan? ¿Cuántas vidas humanas habríamos tenido que pagar de civiles, de policías, de jóvenes armados?
Los desafíos son enormes y sin duda quedan preguntas sin responder, pero el paso que hoy dieron estos jóvenes es positivo y necesario para la paz. Nos atrevemos a afirmar que lo menos importante es si pertenecían a un grupo armado o a otro, si fueron o no a las milicas de las FARC. Lo importante es que personas que estaban dedicadas a la guerra urbana, hoy han dejado esa actividad y quieren reinsertarse en la sociedad. La responsabilidad del Estado y la sociedad es ahora enorme, si a estos jóvenes no se les ofrece una oportunidad de vida digna será muy fácil que vuelvan a delinquir.
Hay quienes no apoyaron este proceso argumentando que entre ellos podía haber «colados» que se quieran aprovechar de los beneficios que otorga la ACR, algo bastante dudoso en realidad; primero porque el riesgo al que se exponen es enorme y segundo porque los beneficios son irrisorios si los comparamos con lo que un joven recibe dentro de estructuras al servicio del narcotráfico. 480.000 pesos es lo que pueden ganar en un día. Y sin querir decir que el Estado deba, igualar lo que ellos ganaban nos parece que lo mínimo que se les debería ofrecer es un salario minimo mensual por un tiempo prudente hasta que reahagan su vida, aclarando que esto no es un premio ni supone un beneficio sólamente para ellos, sino que a toda la sociedad nos beneficia que ellos tengan un buen incentivo para rehacer sus vidas en paz y no vuelvan a ingresar a otro grupo armado.
La nueva etapa que vive Colombia debería abrirnos a una nueva manera de pensar, donde dejemos de juzgar guiados por intereses políticos o hagamos fáciles descalificaciones desde bonitos apartamentos de Bogotá. ¿Quiénes son estos jóvenes? Son los negros más pobres de Tumaco, provienen de los barrios más marginales, que hieden debido a la falta de alcantarillado, viven en casas por las que las ratas entran a diario y donde la mayoría de la población no come tres veces al día de una manera digna. Viven en una ciudad con un 70% de desempleo y cometieron el grave de error de ingresar a un grupo armado para alimentar a su familia y para defender su vida (ya que la Fuerza Pública no lo hacía). Por eso hoy celebramos que, a esos jóvenes, el Estado les ha abierto una puerta para vivir en paz.
Como decíamos el desafío para que estos jóvenes no vuelvan a delinquir es enorme, se necesita implementar una estrategia adecuada para ellos que incluya varios componentes, pero sobre todo una oferta laboral en un municipio sin empleo. La ACR posiblemente se vea desbordada por la complejidad y por ello se vuelve IMPRESCINDIBLE aúnar esfuerzos institucionales para aportar a la solución. Hacemos un llamado a empresarios, Presidencia y ONGs a sumar esfuerzos. Si esta experiencia resulta exitosa será un ejemplo para otros muchos jóvenes y para otros lugares del país. Hasta ahora vemos con esperanza la positiva respuesta de un primer grupo de instituciones que fueron convocadas por la Pastoral Social de Tumaco. El Martes Santo se volverán a dar cita para aportar en minga y ser parte de la solución.
Es la primera vez en Colombia que un grupo tan grande de jóvenes pertenencientes a grupos urbanos se desmoviliza gracias a la gestión de líderes comunitarios. Líderes de Juntas de Acción Comunal que lograron mediar y convencer a las Instituciones que al inicio fueron incrédulas porque eso «nunca se había hecho». Naciones Unidas, la Diócesis de Tumaco, el Ejército, la Alcaldía,… empezaron a escucharlos y a creer en lo que parecía impensable. Lo imposible se hizo posible y el resto depende mucho de lo que hagamos o no hagamos.
Nos atrevemos a pedir al Gobierno Nacional que tome a Tumaco como un laboratorio de paz, que nos demuestre aquí, en este pueblo tan golpeado, que la paz SÍ es posible. Y para eso el primer paso, coinciden todos los analistas, es invertir en desarrollo social sostenible, industria, agricultura y transformación de los productos ya que de Tumaco se llevan las materias primas a precios irrisorios, mientras otras partes del país se benefician del valor agregado de la transformación.
Como dijo un tal Jesús: “Felices los que trabajan por la paz*, porque serán llamados hijos de Dios”. Decimos un rotundo SÍ al proceso de paz con las FARC y otro rotundo SÍ a otros procesos de paz con otros grupos armados que quieran deponer las armas. Es la hora de la paz.
(*Paz con todos los grupos armados)
José Luis Foncillas, Teólogo y Magister en Derechos Humanos y Cultura de Paz
NOTA AL MARGEN
Existe en el país una falta de alternativas ante las personas armadas que no fueron de las FARC y hoy estarían dispuestos a desmovilizarse. Es claro que no se puede confundir el proceso de paz con las FARC, con un proceso con personas de las BACRIM, que entran en otra categoría. Pero instamos al Gobierno Nacional y a los abogados sensibles de este país a encontrar un camino jurídico para que personas de grupos ilegales que quieran dejar las armas puedan hacerlo, otorgándoles ciertos beneficios que les atraigan a desmovilizarse. Se salvarían muchas vidas y sin duda sería mucho menos costoso que lo que la Fuerza Pública gasta en combatirlos, con limitados resultados y un costo de vidas enorme de ambos lados.