«¿Confiar o desconfiar? HE AHÍ LA CUESTIÓN»

Acto por la paz en la playa de Tumaco promovido por la Diócesis de Tumaco

La población de Tumaco se ha desangrado en una oleada de muertes infinitas desde hace 20 años, ha sido uno de los municipios con mayor tasa de asesinatos de Colombia. Todos los grupos armados han cometido violaciones a los derechos humanos. Todos.

Como Diócesis de Tumaco durante más de 30 años hemos promovido la paz, apoyamos y apoyaremos la vida en todo momento, como primer derecho fundamental que nadie por ningún motivo tiene derecho a quitar.

Por esa razón desde la Diócesis de Tumaco nos alegramos desde el primer moento con la grata noticia del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP que acabaría con 52 años de lucha armada. Lo consideramos como una gran oportunidad y hemos trabajado denodadamente para sembrar esperanzas hacia ese proceso. En ese sentido hicimos pedagogía sobre los Acuerdos de paz antes y después del Plebiscito y seguiremos apoyando su implementación. Comulgamos con las palabras del Papa Francisco «No tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación».

Muchos nos llaman ingenuos, otros llenos de odio dicen que eso es una farsa, que eso huele mal, y otros por enemistades políticas dicen que eso es un complot. Pero para nosotros la paz y la vida están por encima de todo y aunque hay cosas que aún no se ven claras, seguimos apoyando la implementación del proceso y la pedagogía sobre lo firmado. Creemos que es fundamental esta pedagogía de paz en una sociedad muy mal informada sobre lo que realmente se pactó, una sociedad que en su mayoría no comprende que los acuerdos tienen muy buenas noticias para el país. Animamos y apoyamos a las partes a perseverar en el proceso de paz y a los que dejan las armas les tendemos nuestra mano en todo lo que tenga que ver con su reincorporación a la vida civil.

Desde hace unos meses la Diócesis de Tumaco también ha apoyado, aunque desde un segundo plano, que personas armadas, que quedaron por fuera del proceso de paz con las FARC-EP puedan tener una nueva oportunidad de dejar las armas. Ayer, 27 de marzo, tras muchos esfuerzos de diferentes instituciones, 117 de estas personas se entregaron al Gobierno. Son personas que cometieron errores, algunos graves, pero que hoy quieren desmovilizarse. Creemos que hay que darles una oportunidad en pro de la paz y la vida en Tumaco. Al ser un proceso tan rápido hay muchas cosas que no están claras y «sin duda hay dudas». En eso los críticos tienen razón, dudas hay y no es seguro al 100% que sea exitoso (pocas armas entregadas, entidades que usan el hecho para ponerse medallas, trámites no claros aún,…). Pero los tumaqueños nos preguntamos ¿No es peor que esas personas sigan delinquiendo en las calles de Tumaco? ¿Si este paso no se da cuántas vidas más se pueden perder?. Los que sufrimos el desangre de Tumaco creemos firmemente que es mejor intentarlo a no intentarlo.

Al igual que en el proceso de paz con las FARC hay personas que nuevamente nos llaman ingenuos, otros dicen que eso es una farsa, que eso huele mal y otros por enemistades políticas creen que eso es un complot. Nosotros, sin ignorar esos interrogantes, hemos decidido trabajar por la paz con todos los grupos armados y consideramos que aunque sólo 10 de ellos acabaran reintegrándose a la vida civil y dejaran de matar, este proceso también merecería la pena.

Existe además, como muchos han notado a raíz de esta desmovilizaicón en Tumaco, un vacío jurídico ante las personas armadas que no fueron milicianos de las FARC y hoy estarían dispuestos a desmovilizarse. Entendemos perfectamente que no se puede confundir el proceso de paz con las FARC, con un proceso con personas de las BACRIM, que entran en otra categoría. Pero instamos al Gobierno Nacional y a los abogados sensibles de este país a encontrar un camino jurídico para que personas de grupos ilegales que quieran dejar las armas puedan hacerlo, otorgándoles ciertos beneficios que les atraigan a desmovilizarse. Se salvarían muchas vidas y sin duda sería mucho más barato que lo que la Fuerza Pública gasta en la guerra, muchas veces con limitados resultados y un costo de vidas enorme.

Lastimosamente en Colombia nuestras posturas políticas, nuestras confianzas rotas por el conflicto y nuestros intereses personales obstaculizan la paz. Les invitamos a los incrédulos de estos dos procesos a tender puentes en vez de cerrar puertas.

Algunos, todavía escépticos ante los procesos de paz con las FARC y con estos grupos recientes nos preguntan: «¿Y si no funciona?», pues podremos dormir tranquilos porque hicimos todo lo que estaba en nuestra mano.

«Felices los que trabajan por la paz*, porque serán llamados hijos de Dios». (*Incluye todos los grupos armados)

Mateo 5

 

José Luis Foncillas

Teólogo y Magister en Derechos Humanos y Cultura de Paz

 

 

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