Yolanda Cerón vive!!

 

«Ánimo, el trabajo apenas empieza»

Yolanda Cerón, asesinada por paramilitares-AUC al medio día en el Parque Nariño de Tumaco, frente a la Iglesia La Merced el 19 de septiembre del 2001

Memoria para la construcción de Paz

El 19 de septiembre del año 2001, Yolanda Cerón Delgado, Directora de Pastoral Social de la Diócesis de Tumaco, fue asesinada por paramilitares, al medio día, frente a la Iglesia La Merced en el Parque Nariño de Tumaco. Hoy junto a su memoria recordamos también a todas las víctimas del conflicto armado indígenas Awa, afrodesdecendientes y mestizos de municipios del Pacífico nariñense, La Tola, Olaya Herrera, El Charco, Mosquera, Francisco Pizarro, Tumaco, Barbacoas, Magüí Payán y Roberto Payán, víctimas de todos los grupos armados.

Recordamos a  más de 4.000 personas asesinadas entre los años 90´s y 2015,  a más de 199.000 víctimas que fueron desplazadas de sus Veredas, pueblos, barrios y Municipios desde 1990 hasta la fecha. Recordamos a quienes murieron en masacres, a los desaparecidos. Extendemos nuestro abrazo de fortaleza a las mujeres que han sido abusadas sexualmente. Compartimos nuestro sentimiento de dolor por los y las jóvenes que entran a los grupos armados. A aquellos que han sido víctimas de artefactos explosivos, les animamos a levantarse y seguir para adelante. Manifestamos nuestra voz de esperanza para las personas que están secuestradas y nuestra solidaridad con el sufrimiento de quienes fueron o son extorsionados o amenazados.  Extrañamos a los líderes y lideresas, a Francisco Hurtado, Luciano Castillo, Armenio Cortés, Felipe Landázuri, Miller Angulo, Genaro García y tantos otros. Tomamos sus testimonios para continuar.

 

No podemos olvidar la violencia que hemos vivido y estamos viviendo. Es urgente que estos hechos violentos nos sensibilicen, nos hagan reflexionar profundamente sobre los daños que se causan, nos conmuevan en el corazón y en nuestras formas de pensar.  Que nos lleven a entender el significado de todas esas violencias que se refleja en la relación con los demás, en la familia, en nuestros pueblos, con la naturaleza y en las estructuras del gobierno que no cumplen totalmente sus responsabilidades constitucionales. Es necesario que logremos darnos cuenta del valor de la vida y nuestra gran misión para valorarla, respetarla, defenderla y cuidarla.

 

Recordar lo sucedido nos puede ayudar a sanar las heridas en algún momento, a fortalecer la esperanza en la región que soñamos; nos puede animar a trabajar juntos y juntas para ayudar a transformar estas realidades de muerte, en realidades de una vida con dignidad y en donde se respeten los derechos humanos, en donde logremos enriquecer ese gran Pueblo de Dios con principios éticos, que obedece y practica sus mandatos, que se compromete en este camino de defensa de la vida y construcción de paz.

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